¿Qué es Getsemaní?
Getsemaní ha pasado de ser conocido como un barrio marginal en los años 90 a convertirse en un icono del ambiente auténtico de Cartagena de Indias, con familias locales que siguen viviendo en el barrio y murales de colores en las calles. Hoy en día, está pasando de ser una zona de mochileros y de fiesta por excelencia a una zona hotelera con los complejos más exclusivos del país, incluido el primer hotel de 6 estrellas de Colombia.
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Cartagena de Indias, que prosperó gracias al comercio local y portuario y a la artesanía, acogió a los primeros esclavos libres de la ciudad, albergó a diversos grupos étnicos y culturales africanos, españoles, sirio-libaneses, judíos y que fue escenario del surgimiento del proceso independentista, tiene cada vez menos habitantes. Según Miguel Caballero Villarreal, vecino de la calle Pedro Romero y presidente de la Fundación Cultural Gimaní, que trabaja por la preservación de la cultura gimaní, sólo queda un 16% de los habitantes que componían el barrio hace tres décadas.
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La gentrificación de Getsemaní
La gentrificación se refiere a un proceso de desplazamiento de los habitantes originales de un territorio en favor de otros grupos con interés económico en esa zona. Una de las principales manifestaciones de la gentrificación en Getsemaní es la sobrevaloración de los terrenos de la comunidad.
Todo proceso urbano tiene un inicio el cual nos obliga a remontarnos a 1978, cuando se produjo la primera intervención en el barrio: el desalojo del Mercado Público para trasladarlo a Bazurto y la implantación del Palacio de Congresos en el mismo. Esto supuso una puñalada en la espalda de la historia y la vida cotidiana de los que siempre han vivido allí ya que este cambio de escenario limitaba su acceso al puerto de Bahía de las Ánimas, mientras que a lo largo de la historia del barrio, ambos habían convivido en una especie de relación simbiótica.
Un proceso que no termina aquí. En los años 80 y 90, el barrio sufrió un gran deterioro, tanto por la retirada de la dinámica económica del mercado como por la negligencia del Estado. Un ejemplo: en 1983, el Estado invirtió dinero en Cartagena para soterrar los cables eléctricos en el centro histórico como parte del 450 aniversario de la ciudad, pero Getsemaní quedó excluida de este proyecto. El deterioro de este territorio era su objetivo, un camino que siguen en cada lugar que quieren deprimir, para que pierda valor y sus habitantes originales estén dispuestos a vender sus casas a un precio más bajo y los especuladores urbanísticos ganen dinero.
Tras la declaración de Cartagena de Indias como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, se inició un proceso de gentrificación similar al de Getsemaní en el Centro y San Diego, con la diferencia de que en esta zona se desarrollaron proyectos de urbanización de grandes complejos residenciales, como Serrezuela, Portobello, Las Bóvedas o Santo Domingo, por lo que la gente sigue viviendo en el Centro. A medida que el espacio y la rentabilidad de las inversiones en el Centro comenzaron a agotarse, el interés por Getsemaní empezó a crecer.
La gentrificación comenzó, una vez que los residentes se preocuparon por cambiar la cara del barrio. En los años 90, “la demanda empezó porque el Centro estaba saturado”, explica Caballero. También recuerda que hace 10 años, un alquiler en Getsemaní podía costar entre 500 y 800 mil pesos por un piso o casa, mientras que hoy el mismo espacio puede valer entre 6 y 10 millones de pesos.
Así, el precio de los servicios públicos ha aumentado de forma desproporcionada para muchas familias, como si sólo vivieran allí los ricos, olvidando que Getsemaní tiene todos los estratos sociales, del 1 al 6. Por ello, no es raro que algunos hogares utilicen la electricidad de los postes eléctricos públicos para evitar el pago del servicio.
Se trata de una presión para desalojar y hacer sitio a los nuevos propietarios, que ahora tienen capital y como nadie puede resistirse a esta presión, la gente prefiere vender o alquilar y buscar vivienda en otro barrio más barato. La tentación de vender no es pequeña, pues el metro cuadrado en Getsmaní está ahora entre 4 y 7 millones de pesos.
Getsmaní : Emporios hoteleros
Getsemaní es hoy en día una zona de concentración de hoteles con diferentes ofertas: desde albergues económicos hasta exclusivos hoteles boutique. Por ello, esta parte de la ciudad se ha convertido en la zona más popular para los mochileros ya que aquí se encuentran los alojamientos más baratos de la ciudad. Qué lugares visitar en el centro histórico de Cartagena de Indias ?
Esta realidad podría durar poco ya que actualmente se están construyendo dos megaproyectos hoteleros de lujo: el Hotel San Francisco de la cadena Four Seasons y el Hotel Convento Obra Pía, Viceroy Cartagena.
El Hotel San Francisco pertenece a la cadena canadiense Four Seasons, pero la inversión la realiza el Grupo Santodomingo. El proyecto comenzó en julio de 2017, en un espacio de 30.000 metros cuadrados que se extiende desde la antigua sede del Club Cartagena hasta el antiguo teatro Rialto, pasando por los antiguos cines Cartagena, Calamarí, Bucanero y Colón. Todo lo que se ha invertido vale 100 millones de dólares.
El proyecto Convento Obra Pía pretende ser el hotel más exclusivo del país, el primer hotel de 6 estrellas; se ubicará en la calle de la Media Luna, en en el antiguo emplazamiento del colegio La Femenina; será gestionado por el grupo hotelero Viceroy, pero la inversión de 50 millones de dólares procede de KIT Capital, un grupo inversor creado por el empresario y ex banquero de Goldman Sachs Kaleil Isaza Tuzman, que opera en los sectores inmobiliario, de medios digitales y biomédico.
Isaza Tuzman es un estadounidense de padres colombianos criado en Boston que fue detenido en Colombia en 2015 por cargos de fraude y extraditado a Estados Unidos en 2016. Isaza Tuzman fue acusado de manipulación del mercado y fraude contable en su empresa KIT Digital, que quebró en 2013. El proyecto Obra Pía dice que el percance legal con Isaza no interfiere en el desarrollo del proyecto, cuya entrega estaba prevista para el primer semestre de 2016.
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Getsmaní: La vida del barrio cambió para siempre
El Hotel San Francisco está situado junto a la Universidad Rafael Núñez. La dinámica económica que generan los estudiantes de la universidad en el barrio es importante ya que muchos de ellos alquilan habitaciones en Getsemaní y conviven con los vecinos. Una de las preocupaciones de los getsemanisenses es que el hotel pueda abarcar también los territorios del centro de estudios.
Aunque las empresas que llegan al barrio generan puestos de trabajo, Caballero Villarreal afirma que “el turismo no siempre es beneficioso, hay mucha gente que viene por la droga y el alcohol. Si hay demanda, hay oferta. Perturba la paz de los vecinos.
María Isabel Gutiérrez Caballero, de 19 años, ha vivido toda su vida en la calle del Espíritu Santo. He visto muchos cambios en el barrio: ahora hay menos gente sentada frente a las casas de la plaza, las calles están solas, pero vienen más visitantes de otros barrios, ciudades y países. Hace unos años, sus padres recibieron una oferta para comprar su casa por más de mil millones de pesos, pero María Isabel y su hermano disuadieron principalmente a su padre de venderla.
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Las familias que a diferencia de las de María Isabel, han vendido, dejan las casas inicialmente abandonadas y al cabo de unos meses, se transforman en hoteles o restaurantes. Las familias que deciden quedarse tienen que enfrentarse, además a otras transformaciones notables de su territorio por ejemplo, vivir en un contexto mucho menos pacífico. Los fines de semana, en particular, hay una oleada de gente que va a bares, discotecas y clubes donde se pone música a todo volumen y muchos de ellos llegan en coche, atascando el tráfico en la zona y creando más ruido. Hay que tener paciencia para aguantar todo esto.
Es una realidad que aún no sabemos cómo terminará. El hotel está bien, pero la gente no viene a dormir al hotel, sino a conocer a toda la comunidad. El día que no estemos aquí, Getsemaní perderá el atractivo que la diferencia de San Diego y del centro, dice Davinson Gaviria Pájaro, residente del Callejón Ancho y también presidente de la Junta de Acción Comunal de Getsemaní.
Getsmaní y sus héroes
La comunidad ha sido empujada a la pared. Están cerrando los espacios públicos, lo que es difícil de aceptar para los residentes. Vivir en Getsemaní no es fácil. En los espacios que han sido desalojados, como Las Tortugas, donde ahora hay un aparcamiento, o el edificio Mainero, no queda nadie porque son privados. Pero al mismo tiempo, el Estado no anima a los propietarios de este tipo de terrenos a construir en ellos complejos residenciales, que serán habitados por la gente de la zona, por colonos populares.
El proyecto 20-20 de la Junta de Acción Comunal propone involucrar a la comunidad en los proyectos hoteleros, para que no sea vista como un enemigo sino como un aliado. Para crear puestos de trabajo, hay que formar a la gente. Si hay puestos de trabajo en los proyectos de Getsemaní, la gente tendrá una razón para quedarse. Mantener la comunidad en el barrio es el principal objetivo. Sin embargo, es una realidad para la gente que los hoteles contribuirán a los impuestos cada vez mayores, incluyendo el propio alquiler. “Este será el golpe final”, dice Gaviria Pájaro.
Cuando Cartagena de Indias resistió la reconquista española durante tres meses en 1815, la hazaña le valió el título de “ciudad heroica“. A pesar de la presión, Getsemaní resistió. Así, Miguel Caballero afirma que hoy en día, quedarse a vivir en Getsemaní es, como en Cartagena hace siglos, un acto heroico.